"Lo que me llama la atención es su
mirada. Siento cuando la veo que si el cansancio fuera mirada, sería la suya.
Aunque son las 6:30 y el metro está a reventar, esa mujer sentada en el suelo
parece inmensamente sola. Con sus manos va tocando una carrasca como quien
habla otro idioma aprendido por necesidad. A su lado hay una niña que da
vueltas sobre sí misma. Su hija, me imagino. De vez en cuando se detiene para
mirar a los transeúntes que no le devuelven la mirada. Por miedo, pienso, porque no quieren verla. Asumen, ingenuos, que
si la ignoran lo suficiente Medellín seguirá siendo eterna primavera.
Chas, chas, suena la carrasca y la gente camina, ocupada en otras cosas; chas, chas, los carros pitan debajo del puente, afanados, siempre afanados; chas, chas, clin, suena una moneda de alguien que, sin mirar de a mucho, sintió que debía ayudar, que también era su problema. Chas, chas, no, no es la carrasca. Es el hambre, es la pobreza, es la ignorancia, es la realidad desgastando la esperanza."
Chas, chas, suena la carrasca y la gente camina, ocupada en otras cosas; chas, chas, los carros pitan debajo del puente, afanados, siempre afanados; chas, chas, clin, suena una moneda de alguien que, sin mirar de a mucho, sintió que debía ayudar, que también era su problema. Chas, chas, no, no es la carrasca. Es el hambre, es la pobreza, es la ignorancia, es la realidad desgastando la esperanza."
-Sara Betancur
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