sábado, 7 de febrero de 2015

Efímero

-¿Cuánto dura un instante? Le preguntó ella, con esa voz suya que hacía que las palabras parecieran melodías. 
-No sé, confesó él. -Supongo que dura lo que dure la felicidad. 
-¿La felicidad? Volvió a preguntar ella y dos rayas apenas perceptibles se le dibujaron entre las cejas.  
-Sí, la felicidad. Aseguró él, deteniéndose un poco en un intento por organizar las palabras.  -Nunca he escuchado que alguien diga que la tristeza de perderla le duró tan solo un instante, o que estuvo atrapado en esa caja sin poder respirar por lo que pareció un instante. He escuchado sí que dura un instante el amor o la última vez que la tuvo en sus brazos. 
Entonces sí, debe ser lo que dura la felicidad, ese momento efímero en que siente uno que tiene el mundo en las manos, y sabe que se le está escapando de a pocos por entre los dedos. Cuando entiende que debe disfrutar lo que está viviendo porque se va a extinguir, va a cambiar, va a desaparecer. 
-No entiendo, ¿sabe uno que se le está escapando? Interrogó ella entrecerrando los ojos. El afirmó con la cabeza. -¿Entonces por qué no hace nada? ¿por qué no cierra mas la mano? ¿por qué no pone una sobre la otra e intenta protegerlo? Las preguntas parecían salir de su boca como quien sale de un lugar en el que estuvo cautivo por mucho tiempo, como quien necesita volar. 
-Porque perdería todo el sentido. Si no se le estuviera escapando, si le durara para siempre, entonces no tendría tanto valor, no parecería tan preciado. El hecho de tener el mundo, pero de saber que lo tiene uno tan solo un instante, hace que se sientan inmensas ganas de conservarlo para siempre, de cuidarlo, de sentirle todas las texturas, de no dejarlo ir. 
Pero no hace uno nada por eso mismo, porque no quiere dejar de sentir que lo que tiene entre manos vale tanto y dura tan poco, no quiere dejar de saborear el agridulce de extrañar algo que no ha perdido. Le respondió él con palabras suaves y pacientes. 
-¿Por qué no aprecia uno las cosas desde el principio, por qué solo entiende lo que valen cuando el final está tan cerca? 
Él se permitió el silencio para pensar un poco, y luego, con palabras que precisan flotar, le dijo: 
-Porque vivimos de recuerdos y no de experiencias y solo entendemos las cosas cuando las miramos hacia atrás. Nos construimos en los finales, porque los finales sacan de nosotros las emociones más fuertes, las más poderosas. Porque nos duele saber que las cosas pasan, que nada queda. Porque finalmente no somos más que los restos que han dejado a su paso los pequeños finales de la vida.

Sara Betancur Carvajal 


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