jueves, 1 de enero de 2015

Las hojas blancas siguen cayendo

Quien la viera hoy, con sus apenas 1,50 de estatura, jamás se imaginaría que estuvo comprometida con un coreano, que se casó con un mexicano, que adoptó un hijo y que tuvo otro. No podría saber que se fue buscando el sueño americano y que volvió porque la tierra llama. Solo podría ver a Gloria Zapata, la mujer dueña de una peluquería que lleva su nombre.

«Me gusta la salsa.» Responde cuando le pregunto por su canción favorita.  No puedo evitar sonreír ante lo curioso de pensar que la puerta al triunfo para Gloria y para la salsa tienen el mismo nombre: Nueva York. Fue allí, donde ayudado de la firma Fania, a principios de los 70, surgió este ritmo cimentado a punta de sones prestados. Surgió despacio y con paciencia, tal y como haría Gloria 20 años después.

Mientras Cuba y Puerto Rico se siguen disputando la paternidad de esta melodía alegre y contagiosa, y a pesar de que Cuba tiene más pruebas a su favor, para ella Puerto Rico va ganando. «Como cantan de bueno esos puerto riqueños ¿cierto?» comenta. Con la voz lejos, como prestando atención a otra cosa.

«Me encanta esa, Hojas blancas…» agrega, como si de repente la hubiera escuchado en algún rincón de su cabeza. Por encima de los precursores de la salsa en Colombia - Fruko y sus tesos, la Orquesta Guayacán y Joe Arroyo- ella prefiere al Gran Combo en la voz de Andy Montañez.

«Era la canción de los marihuaneros en mi época» Dice, y se ríe. Luego añade de golpe «pero yo no era marihuanera.» Y empieza a tararear. No sé si es porque su corazón se lo pide o para evitar preguntas incómodas. Siento que es por la primera.

Finalmente, la canción se desvanece en sus cuerdas vocales y reaparece el silencio. El  lugar se quita su alegre traje de karaoke y vuelve a su rutinario delantal de peluquería “Yo ya no escucho música, Sarita. Salgo de la peluquería, llego a la casa, como y a dormir.” Dice entre triste y distante.

Gloria suelta otro mechón de pelo, ya caliente por su contacto con la plancha. Quien no la mirase con atención no lograría ver que su mente se llena de recuerdos mientras sus oídos escuchan a Andy cantando: y mi cuerpo se sigue agotando/ cada día más y más/ las hojas blancas siguen cayendo. Aun cuando la peluquería continúa sumergida en el silencio de la tarde.

-Sara Betancur 


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