jueves, 1 de enero de 2015

Sobrevivir a las primeras impresiones

Podría proponerle, que durante las tres horas que dura el trayecto montaña arriba, se dedique usted a contar la inmensidad de tonalidades que adquiere el verde en el paisaje, pero para qué ponerlo a intentar imposibles.  

Va a subir por una carretera que dice ser doble, pero no deje que lo engañe. Por ella solo podrían pasar dos carros de lado si su propósito fuera colisionar. Cuando finalmente llegue, se encontrará con un pueblo dormido, casi fantasmal. Que a diferencia de casi todos los pueblos cafeteros de Antioquia no tiene cantinas ni cafés en la plaza. A primera vista creerá que la alegría abandonó el lugar y si es usted de los que caen en las redes de las primeras impresiones el desánimo va a lograr convencerlo de que debe volver a empacar las maletas y dar marcha atrás.

Si por el contrario, no se deja atrapar, podrá enterarse de cosas como que la fuente, tan majestuosamente erguida en la mitad de la plaza, fue traída desde París; donde la empresa alemana que la diseñó tenía sede. Sus 70 piezas llegaron al pueblo a lomo de mula, siete meses después de haber tocado puerto. Fue la última fuente que diseñó la empresa, pues cuando explotó la Segunda Guerra Mundial sus propietarios, como Alemania misma, decidieron pasar del arte a las armas.

Sobrevivir las primeras impresiones le dará también la oportunidad de saber que el  quiosco en la esquina de la plaza, ese que está adornado de flores, fue construido para ser el sitio de premiación de un concurso de poesía organizado por los miembros de La tertulia literaria. Unos jóvenes de élite que después de haber estudiado en la Europa de la Ilustración habían  vuelto con ganas de compartir el amor por las Bellas Artes.  

Quizá llegue usted a saber sobre Don Fermín, el conquistador de estas montañas  o sobre los Cosoes y los Carrasca, las tribus que gobernaban el territorio 188 años atrás, antes de la colonización. Incluso, si tiene suerte, puede que le cuenten cómo se comían a sus enemigos.

Pero no, puede que no. Puede que no logre sobrevivir esa primera impresión por más que lo intente. Entonces, simplemente se dedicará a maravillarse con los colores que pintan estas tierras, o con las imponentes montañas que las protegen. Porque no sabrá más sobre el suelo que pisa, no logrará ver sus tesoros. Salamina será siempre para usted, que se deja llevar por las primeras impresiones, el pueblo fantasmal que vio en un principio. 

-Sara Betancur 


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